"Defender la democracia desde el liderazgo de los trabajadores"
Daniel Parcero es periodista y se ha convertido en el historiador oficial del gremio. Autor de la “Historia de ATE”, estará hoy en Rosario para presentar los tomos 4 y 5 de esa obra. Será en el marco del homenaje al dirigente local Vicente Militello que se realizará a las 17.00 en San Lorenzo 1879. En esta larga entrevista, recorre su propia historia en relación al sindicato, los hechos y personas que han hecho de ATE un orgullo de casi 92 años y el rol de los estatales en la actualidad.
¿Cuál es tu relación con ATE?
Daniel Parcero: Yo me conozco con Víctor (De Gennaro), con Germán (Abdala) y con (Carlos) Custer producto de la última resistencia contra la dictadura. Víctor, Germán y Carlos venían de protagonizar la fundación de ANUSATE (Agrupación Nacional de Unidad y Solidaridad de ATE) y desde el gremio de prensa, al que yo pertenezco, veníamos de consolidar lo que fue la Coordinadora Nacional de Trabajadores de Prensa, que era una agrupación que representaba a los trabajadores frente a la ocupación militar que teníamos nosotros allí en el gremio.
Compartíamos una oficina, en la calle Venezuela, desde donde “fogoneábamos” esa resistencia, que fue después la casa que terminó comprando Germán y donde vivió hasta su fallecimiento. Y también donde festejó Germán Abdala su casamiento, del que participamos muy pocos de sus compañeros más cercanos de aquellas luchas.
Cuando se recupera el gremio en 1984, Víctor me pide que les de una mano en prensa y empiezo a trabajar en el Consejo Directivo Nacional, en aquel momento llamado CDC, Consejo Directivo Central. Y ahí es cuando encuentro en un rincón las actas. Entonces, Víctor se pone a mirar aquellas actas y a partir de ahí se empezó a recuperar la memoria histórica y me pide que si era posible que me dedicara a leer todas aquellas actas y a recuperar la historia del gremio que hasta ese momento no había pasado en ATE. No había tradición, lo que se sabía era lo que se había protagonizado en esos últimos años de la resistencia o un poco antes, digamos. Víctor entra en el gremio a principios de la década del ´70. Y bueno, todavía estamos escribiendo.
¿Y así nacieron los tomos de la Historia de ATE?
D.P.: En realidad el pedido de Víctor fue el de escribir un libro. Pero la investigación fue muy exhaustiva e interesante. Un día, con Osvaldo Calello, un compañero con el que iniciamos las primeras tareas investigativas, nos dimos cuenta que llevábamos escritas cerca de 400 páginas a máquina, lo que daba la idea de que ya teníamos un libro, pero recién habíamos llegado del año de la fundación (1925) al año 1930. Así que cortamos en una parte y decidimos hacer dos libros. Cuando nos quisimos acordar, pasó un tiempo y habíamos llegado a tener otras 400 y habíamos llegado al final de la década infame, y así seguimos.
La voluntad de este gremio por recuperar su historia es tan importante y le han puesto tanta dedicación y tanto apoyo a la tarea investigativa que realmente va a ser éste el único gremio en la historia del movimiento obrero, que tenga una historia no como dato cronológico, sino como relación de los trabajadores entre el Estado y la sociedad. Nosotros no intentamos recuperar la memoria de las fechas, de los sucesos históricos que protagonizaron los trabajadores del Estado, sino recuperar la memoria desde los procesos históricos que hicieron a la construcción del gremio.
¿Qué nos podés decir de referentes como Vicente Militello y Alberto Belloni?
D.P.: Desde la historia de ATE, son algo importante. Lo importante de Militello y de Alberto (Belloni), como de (Mario) El Negro Aguirre y (Héctor) Quagliaro, es que fueron parte de una generación de aprendices del Ministerio de Obras Públicas, de los talleres de aprendices, a finales de la década del ´30, donde uno de ellos se destacaba por su interés por la lectura, y ese era Belloni. Alberto cobraba y con la mitad del dinero que le daban por ir a estudiar, compraba libros. Y tenían unos 15 años, porque al taller de aprendices entraban a los 14. Y después, en los comedores, comentaban con sus compañeros los libros que leía. El mismo Héctor, así como Militello y el Negro Aguirre, me contaron que tenían un maestro en el grupo, que era Alberto Belloni. Un tipo que los había orientado, un tipo que a poco tiempo de egresar escribe su primer libro, “Del Anarquismo al Peronismo”, con el que yo me empecé a formar política y sindicalmente.
Para mí redescubrir esa etapa con esa importancia, que desde una concepción de pensamiento ideológico con independencia crítica del peronismo sirviera para que sus propios compañeros se formaran y que cuando se recibiera cada uno en lo suyo en esos talleres, pasaran todos a militar adentro de ATE. Y todos pasaran a tener responsabilidades de conducción con un compromiso de clase, con un compromiso ético y de solidaridad y de praxis que los acompañó durante toda su vida. Han sido un ejemplo de conducta sindical que han servido para que en todo el retroceso que hubo entre el ´55 y el ´84, sirvieran estos compañeros de ejemplo para las nuevas generaciones y así poder armar lo que armaron en el trascurso de los años siguientes, de los últimos treinta años. Todos se reflejaron en Quagliaro, en el Negro Aguirre en su momento, en Alberto Belloni, en Militello. Esa es la importancia de ellos.
¿Qué es lo que más destacás de esta Historia de ATE?
D.P.: Hasta ahora, estos cuatro tomos sirvieron para que los trabajadores del Estado redescubran su historia y también para que muchos de los pioneros, de los protagonistas que hemos ido reencontrando a través de estos treinta años, se sientan, por primera vez, reflejados en las páginas de un libro de historia del movimiento obrero. Porque no hay ningún otro libro de historia del movimiento obrero argentino, en ninguno se refleja lo que pasó con los trabajadores del Estado, no están. Es más, en la página oficial de la CGT, ustedes se fijan los secretarios generales, y no figura ninguno como trabajador del Estado. Y Di Pietro, que fue el último Secretario General de la CGT en el ´55, era Secretario General Adjunto de ATE. Esto no está reflejado en ningún lado, la única persona que pudo reflejar algo fue un extranjero, Daniel James. Un personaje que vino en los '70 con una beca del imperio británico a investigar qué pasaba con el peronismo que no se terminaba, con todo lo que había pasado en la Argentina. Y él quiere hacer una tesis doctoral y el imperio, que tenía interés propio por saber por qué no se terminaba el peronismo en Argentina, le financia el trabajo investigativo y termina haciendo un libro interesantísimo en el que redescubre a Alberto Belloni, como un trabajador, rosarino de la escuela de aprendices, pero esa es la única referencia en miles de libros que hay escritos. Bueno, estos cuatro tomos han servido para eso.
¿Y el quinto tomo?
D.P.: El quinto me parece que tiene una significación distinta si tenemos en cuenta qué nos pasa a los argentinos y sobre todo a los trabajadores desde hace nueve meses a esta parte y por qué nos está pasando lo que nos está pasando. Y qué está pasando con el movimiento obrero en relación a lo que fue esa década, ese tiempo de reagrupamiento y reorganización que comienza a partir del golpe de Onganía (1966). Que no por casualidad ese golpe de Onganía está acompañado por un Ministro de Economía, hijo de un banquero turco, golpista en la época de Aramburu, funcionario en la época de Aramburu y nuevamente funcionario que fue (Adalbert) Krieger Vasena, que venía con un programa económico llamado de estabilidad y racionalización.
Que en realidad lo que escondía era la liquidación del Estado. Y que venía acompañado, ya en 1966, con un CEO (siglas inglesas de Chief Executive Officer o director ejecutivo en español), que se llamaba Agustín Morelo. Ese hombre, que venía de ser un economista importante de las multinacionales, que vino a liquidar, exactamente lo mismo que está haciendo este gobierno (de Mauricio Macri) que se llamaba el Plan PASO, Plan de Asistencia y Seguridad Social, que era terminar con las cajas de jubilaciones, terminar con la jubilación como sistema de derecho y de protección de la tercera edad, venían a liquidar las cajas y a liquidar todo. Porque ya en ese entonces los argentinos vivían más, entonces tenían que trabajar más, con lo cual el mercado laboral de las nuevas generaciones también se achicaba: más trabajan los ancianos menos entran a trabajar los jóvenes. Eso pasaba en este período.
Es un período como éste en donde el movimiento obrero trató de reacomodarse, como trata de reacomodarse ahora. Con una diferencia: el liderazgo que marcó en aquella oportunidad la Asociación Trabajadores del Estado, no a través de su conducción nacional, como es el caso de ahora pero sí con dirigentes intermedios, como fue el caso de Héctor Quagliaro y de Mario “El Negro” Aguirre, no por casualidad los dos rosarinos.
Uno, en el caso de Héctor Quagliaro, ya hablaba en la década del ´70 de la necesidad de un sindicalismo de liberación, independiente de los partidos, de los gobiernos y de los patrones. Y por otro lado el Negro Aguirre, que tuvo el coraje de decirle al General Perón, cuando Perón afirmaba que el sindicalismo tenía que juntar bosta y barro para hacer un ladrillo, el Negro Aguirre ya en aquel entonces, y hoy si viviera diría lo mismo, le contestó “con la bosta no, no sirve. La bosta y el barro no compaginan”.
Y en aquel entonces, como hoy, ATE miró para otro lado. Más allá de su conducción nacional, miró para abajo, y creció de abajo hacia arriba. Por eso el proceso del que forma parte la CGT de los Argentinos, con un burócrata como (Juan) Horvarth, que termina apoyando y después retrocediendo. El resto del gremio no retrocedió, tampoco dio un paso al costado, supo construir de abajo hacia arriba, en 30 años, la recuperación nuevamente del gremio. Mostró que en aquella época eran 55 seccionales con una conducción dubitativa y burocrática, especulativa, estamos hablando de la década del ´70, que terminó después siendo cómplice de una dictadura feroz. Y tenemos por otro lado una dirigencia desde abajo que supo tomarse los tiempos para construir y para crecer. Hoy el gremio llega a tener 300 mil trabajadores afiliados y creo, si no me equivoco, más de 160 seccionales en la actualidad en todo el país. O sea, que tan equivocados no estaban.
Y no solamente en relación al Estado sino en relación al resto de la dirigencia. En aquella época el valuarte de la dirigencia obrera fue la Unión Obrera Metalúrgica. Y hoy miremos el crecimiento de ATE y miremos el crecimiento de la UOM, miremos la cara de protesta y liderazgo y la voluntad de las bases en acompañar a Cachorro Godoy y miremos la cara de Caló y quiénes lo acompañan.
Pero había otras diferencias con la actualidad...
D.P.: En aquel momento el quid de la cuestión era el peronismo. En ese momento todavía estaba en discusión la vuelta de Perón y estaba la decisión de Perón sobre cuál debía ser la estrategia que él tenía que fijar para que volviera. La ventaja de estos tiempos es que tenemos dos cosas a favor, y no lo digo despectivamente, lo digo constructivamente: ya no tenemos que esperar a que vuelva Perón y tampoco tenemos que esperar a recuperar la democracia. Lo que sí tenemos que hacer es defender a la democracia desde el liderazgo de los trabajadores, que es una cosa distinta. Entonces, estamos más cerca, estamos en un retroceso mucho más feroz, pero estamos más cerca. La discusión hoy no es el peronismo, la discusión hoy es cómo recuperamos el valor real de la democracia en un país semi colonial que no es colonia pero que tiene que terminar de construir su nación. Y la nación se construye recuperando el Estado. Nuestro principal objetivo tienen que ser los espacio de poder del Estado, que este gobierno de los CEO nos ha quitado. Recuperar ese espacio de liderazgo, recuperar ese Estado, para poder recuperar la nación. Y yo creo que más allá de lo que piense el resto de la dirigencia obrera, a ATE lo va a acompañar el pueblo trabajador.
Todos los días en ATE hay una actividad, una asamblea, en los lugares de trabajo, de consulta con las bases. Para hacer un paro se consulta, eso es legitimidad. Estas son las discusiones, las que nos permiten saber cómo recuperamos y no perdemos más espacio desde la democracia y recuperamos el Estado. Si recuperamos el Estado, recuperamos la Nación y el movimiento obrero.
La historia de los trabajadores en los países semi coloniales no deja de ser una historia de procesos de marchas y contramarchas. Precisamente porque no se definen, en los procesos revolucionarios, en los procesos de alzas. El más importante ha sido el estado de participación y bienestar de la década del 45 al 55. Y no termina de definirse el proceso de fondo que es la concreción definitiva de nuestro país como nación.
Estamos viviendo el tercer retroceso histórico importante, contemporáneo, en el que los trabajadores terminamos siendo furgón de cola de procesos revolucionarios que no terminan de concretarse. Y en eso los trabajadores quedan entrampados por distintos motivos. Uno de esos motivos fundamentales es que no terminan los trabajadores de despegarse de la política partidocrática. Esto que tiene por consigna ATE, que es tan importante de poder definir, de poder terminar de asumir. No como una cuestión necesaria desde los trabajadores del Estado, sino como una cuestión necesaria desde el movimiento obrero. Asumir que nuestro destino como clase trabajadora es independiente de los partidos políticos, de los patrones y de los gobiernos.
Cuando entendamos esto, y que nuestra resolución definitiva, la resolución definitiva de nuestros problemas tienen que estar atados a la política, pero con independencia crítica, vamos a poder definir realmente un proceso de emancipación nacional, que está todavía pendiente.
Entonces, son 90 años de marchas y contramarchas. Porque lo que discute el poder dominante es nuestra capacidad de realización como Estado. Vienen por el Estado, cuando vienen por el Estado vienen por ustedes, trabajadores, y por el resto de los trabajadores como parte del Estado.
* Equipo de Comunicación ATE Rosario