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"El sindicato tiene que ser feminista"

Mujeres dirigentes de todo el país discutieron en Rosario estrategias para transformar las organizaciones gremiales en el III Encuentro de Feminismo Sindical. El eje puesto en la transversalidad.



Por Sandra Cicaré, para La Capital

“El sindicato tiene que ser feminista”. Así de contundente y clara fue la frase que pronunció la secretaria general de ATE Rosario, Lorena Almirón y que, de una u otra manera replicaron, con matices, las más de 100 referentes gremiales de todo el país que se reunieron en la ciudad en el III Encuentro de Feminismo Sindical. Fue un espacio en el cual las mujeres y disidencias volvieron a poner en cuestión no sólo su participación en los debates políticos nacionales sino también interpelaron la estructura patriarcal de sus propias organizaciones que neutraliza la esencia de la lucha gremial basada en la ampliación de derechos. En definitiva, se reunieron para pensar cómo darle encarnadura política a esa consigna inicial, en la estructura sindical de la Argentina.

El seminario se desarrolló en dos jornadas, una en la sede de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) y otra en el Sindicato de Obreros Aceiteros de Rosario (Soear). Mientras corría el mate, los consensos y las disidencias maridaban en un tono perfecto entre esas mujeres muy habituadas a la disputa sindical y la pelea en la calle, que en esta oportunidad se tomaron una pausa para una reflexión profunda con la idea de definir estrategias a futuro.

Con una clara propuesta de dar disputa a través de espacios transversales, que se puede traducir en la formación de intersindicales, analizaron su participación en las estructuras de cada gremio o central obrera, pero también en otros espacios que las involucran, como es el sistema de cuidados, altamente feminizado y sin reconocimiento económico, aunque siempre desde un abordaje gremial.

Mientras que 92 de cada 100 mujeres realiza trabajo doméstico y de cuidados no remunerado, solo 75 de cada 100 varones lo hace, según los datos más recientes del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec). Pero además de la menor participación masculina en las tareas domésticas, el tipo de actividades que realizan está sesgado por roles de género. Los propios datos oficiales indican que “ellos participan más en las tareas de reparación y mantenimiento de la vivienda y bienes del hogar”.

Esa brecha es el principal obstáculo para la inserción plena de las mujeres en diversos ámbitos de la vida social y esencialmente, en el “mercado de la fuerza de trabajo”, como bien definió Jimena Frankel, del Observatorio del Derecho Social de la CTA Autónoma. Porque “lo que se vende y se compra no son los trabajadores sino la capacidad de trabajar”, aclaró.

En medio de una exposición sobre el mercado laboral junto a Mariana y Julia Campos _que estuvo abierta a la escucha de cada dirigente que levantaba la mano para pedir una aclaración o aportar ideas desde su territorio_ se fue construyendo un diálogo robusto y plural, como el sindicalismo que estas mujeres propugnan. “Los varones tienen mayores cargos de dirección incluso en actividades más feminizadas como la salud o la educación”, explicó Frankel y aclaró que “no es lo mismo hablar de salarios que de ingresos, ya que este último concepto incluye otras percepciones como los ligados a la seguridad social, beneficios o adicionales”.

“No es correcto pensar que por la misma tarea varones y mujeres cobran distinto salario”, dijo interpelando al auditorio de sindicalistas. “Ustedes saben que las escalas no diferencian por género”, agregó ante un auditorio que asintió. Pero, “la doble o triple jornada que enfrentamos las mujeres en los hogares hace que trabajemos menos cantidad de horas, percibamos menos adicionales y, al final, los ingresos sean menores”, afirmó.

Nueva construcción

Por eso se trata de pensar “nuevas lógicas de construcción de poder”, explicó Almirón, al frente de la organización gremial organizadora de este encuentro, junto al Soear y la Fundación Rosa Luxemburgo.
Las dirigentes reunidas en el encuentro coincidieron en que “se viene una gran pelea” en el país para lograr garantizar derechos que “nos tiene que encontrar juntas”, dijo Alicia, trabajadora estatal no docente de la Universidad Nacional de Misiones, integrante de ATE y CTA de esa provincia. Mientras otra dirigente de ATE Capital consideró que “Jujuy abre un laboratorio de cómo puede ser lo que se viene”, con la criminalización de la protesta, una acción constitutiva de la disputa sindical.

En ese sentido, las mujeres sindicalistas coincidieron en señalar que “el feminismo se convirtió en una alternativa de lucha”, que en la confrontación también incluye nuevas miradas sobre cómo disputar derechos. “Para nosotras es cada vez más central sostener espacios de coordinación intersindical”, sintetizó Florencia Puente (Coordinadora de Proyectos de la Fundación Rosa Luxemburgo, Oficina Cono Sur).

“Hay que pensar la caracterización de la política sindical hoy a partir del feminismo”, agregaron a través “del armado de un gran frente sindical aunque no siempre haya consensos, por encima de las centrales gremiales replicando el espacio de los feminismos”, plantearon dirigentes de ATE Rosario. Incluso, algunas de ellas cuestionaron a sus propias centrales de referencia en acciones puntuales que el feminismo sindical respaldó, como fue el rechazo a la represión en Jujuy. “Ninguna de nuestras centrales sindicales dice nada claro sobre eso y la nuestra no nos acompañó en esta lucha”, indicó la presidenta de Fesprosa, María Fernanda Boriotti. También la secretaria de la federación, Ramona López (Chaco) recordó que durante la pandemia, “muchas mujeres no tuvimos el acompañamiento de todas las centrales y los gremios”. Con acuerdos y diferencias sobre el posicionamiento político que esta afirmación representa, sus compañeras escucharon atentas. Un tono que se repitió a lo largo de los debates, donde hubo lugar para la escucha aún en la disidencia.

Espacios en las organizaciones

En el debate quedó claro que para gestar un sindicalismo feminista, el primer paso es darle lugar a las mujeres y disidencias en las propias organizaciones. “No son los hombres los que nos tienen que dar visibilidad, sino que las mujeres debemos estar en áreas de conducción”, aseguró Ana Nuñez, dirigenta de Utedyc Caba y referente de la Mesa de Mujeres Fuerza Sindical, para quien “el objetivo de las mujeres es construir en forma transversal a las políticas partidarias” porque “el patriarcado quiso que nos dividamos y las coyunturas muchas veces nos separan”, agregó.

De todos modos, el espacio sirvió como un fiel para equilibrar la balanza en ese sentido. Carina Savone, subsecretaria de Género del Soear dijo que “hay logros conseguidos en algunos sindicatos pero no en otros”, lo que permite seguir disputando derechos y espacios de participación. “Si aquel sindicato lo consiguió, nosotras lo podemos conseguir por este lado”, ejemplificó para señalar que aún queda mucho camino por recorrer a la hora de sumar derechos.

“El feminismo en términos sindicales pasa por movernos del lugar feminizado donde nos ponen”, dijo Frankel y explicó que en muchas organizaciones “las mujeres reproducimos también las estructuras patriarcales porque nos encargamos de temas feminizados a través de secretarías de género, de salud, etcétera”. Y pateó el tablero: “Uno de los interrogantes de este encuentro es por qué como sindicalistas nos faltan herramientas para ocupar lugares que ocupan los varones”, dijo y agregó: “Ellos saben negociar, tienen esa praxis, ese saber y no somos excluidas de funciones sólo por prácticas machistas sino porque no logramos capitalizar esas experiencias en las funciones, algo que está totalmente ligado a nuestra doble jornada laboral”, definió Frankel y llamó a discutir esas cosas más seriamente.

Conducción feminista

No hay una única forma de abordarlo, pero para las participantes del Encuentro, se trata de replicar la lucha transversal del feminismo en las organizaciones sindicales, que tienen una estructura más rígida. En ese sentido, Almirón _una de las pocas secretarias generales mujer_ valoró el aporte de este tipo de conducciones a las organizaciones al recordar algunos de los logros en ATE Rosario, como el fortalecimiento del departamento de Género y Diversidades; la implementación del dispositivo para víctimas de violencias; la aprobación del protocolo contra todo tipo de violencias por razón de género o de orientación sexual; la creación de la biblioteca virtual ATE diversa; el logro del cupo laboral trans en un sector masculinizado como Fabricaciones Militares y la articulación de espacios multisectoriales para la generación de legislaciones específicas. “Los desafíos que tenemos hacia la nueva gestión son los de sistematizar buenas prácticas para remover la violencia política sindical por razones de género y más en épocas de elecciones”, dijo la mujer que vivió en carne propia esa avanzada.

A la hora de las transformaciones las mujeres reunidas en Rosario analizaron la viabilidad de legislar sobre el sistema integral de cuidados, un tema que analizaron puntualmente durante la segunda jornada de debates. “Es complejo porque va más allá de lo que hoy se discute que es ampliar el sistema de licencias”, aclaró Florencia Puente. También es diferente la situación en el sistema público y en el privado. En este último rige para las empresas con más de 100 trabajadoras y trabajadores la obligatoriedad de contar con salas maternales y guarderías o reemplazarlo económicamente con un monto equivalente al 40% del salario de las empleadas de casas particulares. “Esto tiene muchos puntos grises, hay que tratar de ampliar ese piso”, dijo Savone de Soear.

“Esto también es un desafío para las mujeres feministas porque muchas veces la ampliación de las licencias, por ejemplo, pone en pausa nuestra vida política y sindical”, alertó Puente.

Por otra parte, este contexto a los que las mujeres identificaron como de “reflujo conservador”, les plantea a las mujeres sindicalistas feministas, redoblar la participación y hacerla en forma transversal más allá del posicionamiento político de su organización, sosteniendo espacios de coordinación intersindical para ser protagonistas no sólo de la disputa de derechos en un mercado laboral con fuertes brechas de género, sino además por el resto de las luchas sociales para frenar los femicidios, la violencia en el ámbito del trabajo y el extractivismo ambiental. “Si alguien nos viola, siempre es el poder, bajo cualquiera de sus formas”, sintetizaron.


Foto: Sindicato Aceiteros Rosario