La desigualdad de género se puede medir
Ese es el título del informe actualizado con los datos del primer trimestre de 2018. En base a la Encuesta Permanente de Hogares del INDEC, da cuenta de la desigualdad de género en la composición del mercado de trabajo, la percepción del ingreso y la realización de las tareas domésticas, entre otros puntos. Artículo publicado en el boletín Codo a Codo de septiembre 2018.
Visibilizar la desigualdad de género en la composición del mercado de trabajo, la percepción del ingreso y la realización de las tareas domésticas, entre otros ejes. Ese es el objetivo del informe titulado “La desigualdad de género se puede medir”, elaborado por Natsumi Shokida, estudiante de economía de la UBA y trabajadora del área de Pobreza e Ingresos de la Dirección de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH-INDEC).
Los principales resultados que arroja el estudio, actualizado con los datos del primer trimestre de 2018 de la EPH (INDEC), visibilizan claramente la inequidad entre hombres y mujeres en esas áreas.
- La tasa de actividad, que muestra cuánta gente participa del mercado de trabajo respecto de la población total es ampliamente mayor entre los varones (69,8% para ellos y 48,5% para ellas). “Esto sucede porque existe una importante porción de las mujeres en edad laboral que dedican su tiempo a realizar tareas domésticas, hacia el interior de sus hogares, en lugar de tener una actividad en el mercado de trabajo”, explica el informe. En sintonía, la tasa de empleo, que exhibe la proporción de ocupados, también muestra una diferencia entre varones y mujeres que supera los 20 puntos (64,1% contra 43,4%), denotando el mismo fenómeno. En cuanto a las tasas de desocupación y subocupación, ambas son mayores para las mujeres que para los varones: las desocupadas son el 10,6% en tanto que los hombres en esa situación son el 8%; en tanto la subocupación afecta al 11,5% de las mujeres y al 8,4% de los hombres. “Esto expresa que, incluso siendo minoría en el mercado de trabajo, las mujeres tienen más dificultades para conseguir trabajo y/o para trabajar una jornada completa”.
- Son las mujeres más jóvenes, entre 14 y 29 años, las que presentan menores tasas de Actividad y Empleo, en simultáneo con las mayores tasas de Desocupación y Subocupación.
- Las ocupadas asalariadas están expuestas a una tasa de empleo no registrado mayor que la de sus compañeros varones. Hay un 36,4% de las asalariadas en negro, mientras que los asalariados varones en esa situación son el 31,9%.
- Las ocupadas encuentran más obstáculos para acceder a cargos jerárquicos: mientras que un 8,1% de los ocupados varones tienen cargos de dirección o son jefes, sólo un 4,7% de las ocupadas los alcanzan.
- Las brechas en los ingresos se da en varios niveles. En cuanto a los ingresos mensuales individuales de toda la población se observa que la brecha entre varones y mujeres en este caso es del 28,2%. En el mercado de trabajo, es decir, entre todas las personas ocupadas, sean o no asalariadas o registradas, las mujeres ganan en promedio un 25,4% menos que los varones ($12.824,70 vs. $17.195,60). Esta situación empeora entre el sector no registrado de los/as asalariados/as, en el que las mujeres ganan en promedio un 34% menos que sus pares hombres.
- Generalmente, las mujeres deben además dedicar su tiempo al trabajo doméstico. Es decir, realizan tareas de cuidado y reproducción para otros miembros de su hogar. Este trabajo no se comercia en el mercado y por tanto no es remunerado. A modo ilustrativo, se señala que: del total de personas que realizan las tareas de la casa, un 74% son mujeres y un 26% son varones. Este reparto desigual de las tareas domésticas entre varones y mujeres puede asociarse a las desigualdades vistas en la composición del mercado de trabajo y la diferencia de la extensión de la jornada laboral. A esto se suma el hecho de que prácticamente todas las personas que se dedican al servicio doméstico de forma remunerada en el merado de trabajo son mujeres, un 98,4%. Asimismo, esta tarea explica el 16% del empleo femenino.
- Respecto de la distribución del ingreso, los deciles más bajos de ingresos están compuestos mayoritariamente por mujeres y, en paralelo, los deciles de mayores ingresos se componen mayoritariamente por varones. Los estratos de menores ingresos están entonces feminizados, al tiempo que los estratos de mayores ingresos se encuentran masculinizados.
* Artículo publicado en el boletín Codo a Codo de septiembre 2018.