El derrame del ajuste
La semana pasada estuvieron en Rosario y la ciudad de Santa Fe integrantes de la Junta Interna de ATE en el INDEC. Brindaron datos contundentes para comprender la realidad argentina, fundamentalmente sobre pérdida salarial, situación del empleo, la pobreza y la brecha de género.
El jueves 12 de julio visitaron Rosario y la ciudad de Santa Fe Mauricio Aguirre y Raúl Llaneza, integrantes de la Junta Interna de ATE en el INDEC. Ellos son parte del equipo que elabora los informes mensuales sobre el valor del salario mínimo vital y móvil que deberían percibir los trabajadores y sobre la pérdida salarial que vienen padeciendo.
En la capital provincial hicieron una presentación pública de sus materiales. En tanto, a nivel local realizaron una reunión informativa sobre algunos de los principales datos que pueden extraerse de las estadísticas oficiales y que son relevantes para sacar una foto de la actualidad argentina. Y, en tanto trabajadoras y trabajadores organizados sindicalmente, pelear por un salario digno para todos y todas.
“Los últimos 30 meses fueron tremendos para los trabajadores y lo que viene puede ser peor”, fue el vaticinio brutal de Llaneza. Es que algunos de los números que brindaron dan cuenta de un estado de situación preocupante para la clase que vive de su trabajo.
Salario
“¿Cuánto debería ser nuestro salario como mínimo?” es el título que lleva el informe que mensualmente elabora la Junta Interna de ATE en el INDEC en donde estiman los valores requeridos para cubrir las necesidades de los trabajadores y trabajadoras y su núcleo familiar. Ese Salario Mínimo, Vital y Móvil (SMVM), aseguran, no puede supeditarse a dos empleos, sino que debería alcanzarse con un solo ingreso.
Ese informe, actualizado al 31 de mayo de 2018 arroja que una familia constituida por una pareja y dos hijos menores necesita, como mínimo, $29.604 para cubrir sus necesidades.
Sin embargo, los salarios, al primer trimestre de 2018, están lejos de esa cifra: entre quienes están registrados, los sueldos promedian los $20.021 y los no registrados apenas alcanzan $8.691. Esto da cuenta de que la mitad de los asalariados y las asalariadas argentinas perciben ingresos menores a $14.980.
Estos números también transparentan el tremendo nivel de desactualización del SMVM oficial, que fue fijado en $10.000 desde julio por el Consejo Nacional del Salario Mínimo. Y ni hablar de las jubilaciones, cuyo piso fue elevado en junio a $8.096,30, y las asignaciones familiares y Universal por Hijo/a, que alcanza a $1.577,95.
Además presentaron la actualización del ejercicio de pérdida salarial. Basado en los salarios que perciben los trabajadores y las trabajadoras de la categoría más baja del convenio SINEP (administración pública nacional), establecieron que entre noviembre de 2015 y mayo de 2018 la pérdida del poder adquisitivo fue del 18,2%. Esto representa, para ese sector, aproximadamente cuatro salarios: $64.212. En ese informe también determinaron que la inflación del mismo período fue de 102,1%.
Pobreza
Si a los salarios pauperizados se los compara con los números que se establecen, a junio de 2018, como línea de pobreza y de indigencia, puede explicarse que crezca el número de pobres en el país, aún cuando tengan trabajo.
Así, la Canasta Básica Total, que indica la línea de pobreza, es de $18.833,55. Este número, por los datos analizados en el apartado anterior, está indicando que más de la mitad de los asalariados son pobres.
Por su parte, la línea de indigencia está establecida en $7.473,63. Una cifra que apenas sobrepasa una jubilación mínima, al borde de estar más allá de la pobreza.
Con estos números, los datos oficiales indican que poco más de un cuarto de la población (el 25,7%) es pobre. Pero más alarmante es el hecho de que 4 de cada 10 niñas y niños lo son (39,7%).
Trabajo
Según el informe de INDEC de junio sobre empleo y desempleo, sobre una población económicamente activa (PEA) de 12.931.842 personas, en Argentina un 9,1% está desocupado. Pero también hay un 15,3% de ocupados demandantes de empleo. Esto significa que hay un total de 24,4% de personas que están buscando, porque lo necesitan, otro ingreso. Se trata de más de 3 millones de personas que no llegan a fin de mes.
Dentro de los asalariados, el 33,9% no está registrado. Es decir, que un tercio de los asalariados trabaja en negro, con la lógica consecuencia de menores ingresos, tal como se mostró más arriba. Pero también por la situación de precariedad en la que se encuentran, esos puestos de trabajo son los que más riesgo de perderse entrañan ante un escenario de recesión.
Además, hay otro número llamativo: dentro del grupo de no asalariados, un número cada vez mayor son quienes trabajan por cuenta propia, que ya representan más del 20% del total de ocupados.
Mujeres
Los integrantes de la Junta Interna de ATE en el INDEC también compartieron el informe titulado “La desigualdad de género se puede medir”, elaborado por Natsumi Shokida, del equipo de Economía Femini(s)ta, en base a datos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del cuarto trimestre de 2017.
Los principales resultados que arroja el estudio visibilizan claramente la desigualdad de género, tanto en la composición del merado de trabajo como en el nivel salarial, entre otros puntos.
- La tasa de actividad, que muestra cuánta gente participa del mercado de trabajo respecto de la población total es ampliamente mayor entre los varones (70% para ellos y 47,6% para ellas). “Esto sucede porque existe una importante porción de las mujeres en edad laboral que dedican su tiempo a realizar tareas domésticas, hacia el interior de sus hogares, en lugar de tener una actividad en el mercado de trabajo”, explica el informe. En sintonía, la tasa de empleo, que exhibe la proporción de ocupados, también muestra una diferencia entre varones y mujeres que supera los 20 puntos (65,7% contra 43,5%), denotando el mismo fenómeno. En cuanto a las tasas de desocupación y subocupación, ambas son mayores para las mujeres que para los varones: las desocupadas son el 8,7% en tanto que los hombres en esa situación son el 6,1%; en tanto la subocupación afecta al 12,1% de las mujeres y al 8,7% de los hombres. “Esto expresa que, incluso siendo minoría en el mercado de trabajo, las mujeres tienen más dificultades para conseguir trabajo y/o para trabajar una jornada completa”.
- Las ocupadas asalariadas están expuestas a una tasa de empleo no registrado mayor que la de sus compañeros varones. Hay un 36,7% de las asalariadas en negro, mientras que los asalariados varones en esa situación son el 32,3%.
- Las ocupadas encuentran más obstáculos para acceder a cargos jerárquicos: mientras que un 7,6% de los ocupados varones tienen cargos de dirección o son jefes, sólo un 5,1% de las ocupadas los alcanzan.
- Las brechas en los ingresos se da en varios niveles. En cuanto a los ingresos mensuales individuales de toda la población se observa que la brecha entre varones y mujeres en este caso es del 27,5%. En el mercado de trabajo, es decir, entre todas las personas ocupadas, sean o no asalariadas o registradas, las mujeres ganan en promedio un 22,8% menos que los varones ($12.228,20 vs. $15.837,80). Esta situación empeora entre el sector no registrado de los/as asalariados/as, en el que las mujeres ganan en promedio un 32,8% menos que sus pares hombres.
- En cuanto a las tareas del hogar, el reparto es desigual: del total de personas que las realizan, un 75% son mujeres y apenas un 25% son hombres. A esto se suma el hecho de que prácticamente todas las personas que se dedican al servicio doméstico de forma remunerada en el merado de trabajo son mujeres, un 98,6%. Asimismo, esta tarea explica el 17% del empleo femenino.
- Respecto de la distribución del ingreso, los deciles más bajos de ingresos están compuestos mayoritariamente por mujeres y, en paralelo, los deciles de mayores ingresos se componen mayoritariamente por varones. Los estratos de menores ingresos están entonces feminizados, al tiempo que los estratos de mayores ingresos se encuentran masculinizados.
* Equipo de Comunicación ATE Rosario