La maniobra no es casual. Antes del paro del 29 de diciembre se acusó al gremio de apresurarse y de que no se entendía por qué hacer una huelga en el momento en que se iba un gobierno y entraba otro. Es que los trabajadores y trabajadoras del Estado venían padeciendo situaciones que continuaron después del 10 de diciembre y que, además, fueron la base necesaria para que se pudiera llevar adelante el ajuste sobre la administración pública y su consecuencia más visible y nefasta: los miles de despidos en todas las áreas del Estado Nacional. La madre de todas estas cesantías es la precarización laboral a la que estaban sujetos los empleados públicos que cumplían funciones mediante contratos de trabajo que, no casualmente, vencían el 31 de diciembre.
El tiempo le dio la razón a los estatales, no estaban apresurados y lo que avizoraban como posibilidad se terminó cumpliendo: a inicios de abril el gobierno nacional ya lleva despedido al 5% del personal del Estado, con lo que se contabilizan unas 11 mil bajas.
Por eso es tan importante destacar que ATE estuvo en las calles con un reclamo que, sostenido desde hace años, se hizo sentir fuerte en todo el país, tanto el 29 de diciembre como el 24 de febrero: es necesario el fin de la precarización laboral para tener condiciones dignas de trabajo, entre las que se incluye la estabilidad. Y si a eso se le suma la exigencia por aumentos salariales que permitan que los sueldos le puedan dar pelea real a la inflación, se tiene un panorama de lo que han sido los últimos años de lucha de los estatales y lo que se incrementó en los últimos meses. Como se sostuvo en plenarios de delegados rosarinos, “vamos por el trabajo y por el salario”.
La pelea en la provincia
La lucha contra la precarización y por pases a planta es también uno de los principales ejes en los que giró el trabajo sindical de quienes dependen del estado provincial. Sin embargo, la pelea salarial, por alcanzar ingresos que permitan vivir dignamente a los trabajadores y sus familias, fue el faro de ATE Rosario.
El 2015 finalizó con los estatales en pie de lucha por un bono de fin de año que el gobierno de Miguel Lifschitz se negó a otorgar y que la dirección provincial del sindicato, como suele hacer, no apoyó ni reclamó. Esa suma extraordinaria era absolutamente necesaria para todos los trabajadores y las trabajadoras que veían cómo su salario se licuaba con la inflación y que sería imposible esperar a que se definiera la paritaria.
A esa paritaria, el Consejo Directivo Provincial (CDP) no la exigió inmediatamente y la dilató hasta marzo, esperando mansamente a que la convocara el gobierno santafesino. Y cuando finalmente fue llamada, los referentes estatales participaron sin llevar una propuesta propia, nacida de las necesidades de los trabajadores. Mantuvieron la negociación en absoluto silencio, con un hermetismo que daba cuenta del poco interés de los dirigentes provinciales en la participación de las bases en una discusión tan sentida para todos y todas.
Con esas características, terminaron cerrando, junto a sus socios de UPCN, un acuerdo a la baja, de por sí repudiado por ATE Rosario y muchos trabajadores que ya no se sienten representados por la dirección provincial. Pero el descontento aumentó cuando, en los recibos de sueldo de marzo los porcentajes de aumento eran aún menores a lo prometido.
De esta forma, Jorge Hoffman y la dirigencia provincial volvieron a favorecer a un grupo pequeño de trabajadores. En lugar de representar a todo el conjunto, que en su mayoría apenas van a poder superar los 10 mil pesos recién en agosto, representan a un pequeño grupo jerárquico y ofician de voceros de un gobierno mediante comunicados que justifican los aumentos a la baja.
Para peor, emulando los peores métodos de la burocracia, han mandado a los delegados a amedrentar trabajadores para que no se quejen por la disparidad entre lo prometido y lo cobrado. Los testimonios dan cuenta de la bronca que hay entre los trabajadores pero también de las presiones que reciben de parte de gente que responde al CDP y que provocan miedo. Claramente, desde ATE Rosario se denuncia y se repudia fuertemente este accionar, que atenta contra los trabajadores y contra las organizaciones que deberían preocuparse por su defensa y no por abogar por los intereses de los gobiernos.
Esta es una mancha más para una dirigencia que ha carnereado a nivel provincial paros nacionales definidos por el conjunto de los estatales de todo el país; que negocia acuerdos con las patronales a espaldas de los trabajadores; que no respeta la democracia interna; y cuyo mayor logro de gestión es mantener endeudados a los afiliados con la mutual que ellos mismos manejan, transformando al sindicato en una mera financiera.
Mentiras también para los municipales
A nivel municipal se repite el panorama. En Rosario, la exigencia por el pase a planta de todos los contratados es una bandera que se viene levantando desde hace años. A lo que se suma la necesidad del reconocimiento urgente de ATE como sindicato representativo de los trabajadores municipales que así lo elijan.
Fruto de la lucha, en diciembre se dio a conocer un fallo judicial que intimaba a la municipalidad de Rosario a pagar el importe atrasado de cuota sindical de los trabajadores afiliados a ATE. Es un primer paso en el camino del reconocimiento, que logrará que haya verdadera libertad y democracia sindical en el municipio.
En la pelea salarial, en marzo se cerró la paritaria de todos los municipales de la provincia, con un anunciado aumento del 33% pero que en realidad será inferior y, como es habitual, en cuotas (ver nota en página 3). La situación de los trabajadores y las trabajadoras del sector no da para más y también se manifiestan de pie y dispuestos a la lucha.
Continuar la lucha en unidad
Al cierre de esta edición la conducción nacional de ATE -compuesta por los miembros del Consejo Nacional y los secretarios generales de los consejos directivos provinciales- definió la fecha de una nueva jornada de lucha: el 19 de abril habrá paro nacional de estatales de los tres niveles de la administración pública en todo el país.
Tal como lo demostraron en los paros nacionales del 29 de diciembre y del 24 de febrero, en el paro local del 27 de enero y en todas y cada una de las protestas sectoriales y unitarias con otros sindicatos que los tuvieron unidos y en las calles peleando por sus derechos, los estatales deben mantenerse en alerta y movilizados.
Porque no se aceptarán los despidos como respuesta al reclamo de años por el fin de la precarización laboral en el estado, ATE Rosario estará en cada lucha peleando por ni un precarizado más. El sindicato se planta contra las cesantías y contra el ajuste. Le dará batalla a quienes quieren mantener a los trabajadores con salarios de hambre exigiendo paritarias libres y democráticas que permitan que todo trabajador perciba el equivalente a la canasta familiar, para poder vivir dignamente. Continuará codo a codo luchando por los derechos de las mujeres, de los niños y niñas, de los jóvenes, de los pueblos originarios y de los adultos mayores.
Hay un camino de lucha transitado. El desafío es seguir construyendo más ATE y fomentar todos los métodos y las herramientas de organización que permitan ser más en la defensa de los derechos de los trabajadores. En ese camino, hay que bregar porque cada delegado y delegada pueda organizar asambleas en sus sectores de trabajo; porque cada trabajador y trabajadora tengan plena participación en plenarios y congresos y no sólo se los llame a votar cada cuatro años; sumar afiliados y afiliadas, ser miles en la batalla y pelear en conjunto por los derechos de todos y todas.
Artículo publicado originalmente en el periódico Codo a Codo, abril 2016.
* Equipo de Comunicación ATE Rosario